Oportunidades y desafíos en la economía digital
El mundo en el que nos movemos ofrece una serie de posibilidades que vale la pena explorar.
Por César E. Tamayo

En esta era, en la que nos pasamos la vida entre pantallas, parece difícil o incluso anacrónico hablar de una “economía digital”. Pero, puesto en los términos de Nicholas Negroponte, cofundador del MIT Media Lab, estamos hablando de aquella porción —cada vez más grande— de la economía donde se mueven más bits que átomos. La inmediatez y el bajo costo marginal de las interacciones basadas en bits, que por años hemos disfrutado en la industria del entretenimiento (juegos, streaming), hoy se extienden, por ejemplo, a los servicios financieros, la salud y el cuidado, o las experiencias de aprendizaje. Todo esto gracias a lo que muchos percibimos como la ubicuidad de computadores, dispositivos móviles y conectividad a gran velocidad.
Y es que la economía de los bits ofrece inmensas oportunidades en casi todos los frentes que a uno se le ocurran. Hoy, gracias al empujón que nos dio la pandemia, hemos superado el temor a comprar por internet, así como la necesidad de concentrarnos en un lugar físico para trabajar (lo que por cierto disparó las ventas de tenis y ropa deportiva). Pero, además, y quizás más importante, la economía digital abre un camino para que personas talentosas se conecten con un universo de organizaciones aun estando en lugares remotos, y permite que ciudades como Medellín muestren al mundo todo su potencial. Esta nueva mirada de posibilidades explica, por ejemplo, la emergencia del concepto nómadas digitales, y nos notifica que nuestra ciudad recibe mensualmente más de ellos (por cada 100 mil habitantes) que Ciudad de México o Barcelona. Explica también por qué las calles de San Francisco hoy se ven mas vacías que hace un lustro, y por qué los precios de la vivienda allí caen, mientras que en Medellín los restaurantes no dan abasto y los arriendos no paran de subir.
«Las oportunidades que no aprovechamos abrirán las posibilidades de que algunas formas de desigualdad se profundicen».
César E. Tamayo, decano de Finanzas, Economía y Gobierno de EAFIT
Ahora, la economía digital también nos enfrenta a nuevos retos. Las oportunidades que no aprovechemos abrirán la posibilidad de que algunas formas de desigualdad se profundicen. Participar activamente en esta nueva economía requiere acceso a hardware y a infraestructura, así como nuevas habilidades, digitales y de otra naturaleza. Infortunadamente, en los países en desarrollo solo el 56 % de las personas tienen acceso o usan internet, y la brecha de acceso entre zonas rurales y urbanas (41 % vs. 75 %) es seis veces mayor que en países de altos ingresos (87 % vs. 94 %). Igual preocupación genera que el mejor país latinoamericano en el índice de brechas de habilidades digitales de Wiley no aparezca hasta el puesto 54 (Uruguay), y que Colombia se ubique 85 entre 134 países clasificados. Es decir, en países como el nuestro, el futuro ya está aquí, solo para algunos.
Aprovechar las oportunidades de la economía digital va a requerir, pues, inteligencia, compromiso y trabajo mancomunado. Entre otras cosas, nos va a exigir una mejor articulación entre sector público y privado para atraer (¡mucha!) más inversión en conectividad; una renovación sin precedentes en los métodos y herramientas de la educación a todos los niveles, acogiendo las iniciativas de base tecnológica, y estrechar la colaboración universidad-empresa para impulsar trayectorias de formación alineadas con el cambio recurrente, tal vez la única certeza que nos trae la economía digital.